¿Parálisis gubernamental?
Isidoro YESCAS
El gobierno de Alejandro Murat está por cumplir sus primeros siete meses y, hasta ahora, sus intentos para ofrecer un rostro distinto al heredado por el gabinismo se ha estrellado con interminables problemas internos en su gabinete y un racimo conflictos sociales y políticos que materialmente le han impedido dar el gran salto para ir sentando las bases de un Oaxaca moderno, incluyente, seguro, productivo y sustentable, como lo ha propuesto en su Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022.
Mucha tinta ha corrido para analizar y comentar la complicada y atropellada ruta que ha recorrido el gobierno muratista, en su segunda edición, para integrar un gabinete “con los mejores hombres” (porque mujeres son contadas) de Oaxaca, sin que tal objetivo se haya logrado. Y lo mismo ha ocurrido para evaluar las dificultades enfrentadas para recuperar la gobernabilidad de la entidad, acicateada lo mismo por grupos de poder del propio priísmo antagónicos al muratismo, que por organizaciones clientelares y grupos camorristas vinculados al transporte, al ambulantaje y al crimen organizado.
Mención especial merece el magisterio de la sección 22 del SNTE que, al igual que en anteriores sexenios, sigue imponiendo sus reglas y tiempos para obtener respuestas satisfactorias a sus demandas, reduciendo al gobierno del estado a mero administrador de sus intereses.
Frente al caos administrativo y político, y el quebranto financiero que heredaran del gabinismo, ni el primer círculo juniocrático que tiene encapsulado al gobernador Alejandro Murat, ni la yopecracia que vendió experiencia y hoy da golpes de ciego, han demostrado oficio y sensibilidad política y tampoco honestidad y eficacia para responderle a Oaxaca.
Más que logros lo que hasta ahora se puede contabilizar en la agenda gubernamental son promesas, como la conclusión de las carreteras que enlazarán a la ciudad capital con e Istmo y la Costa, la construcción de una nueva carretera a Tuxtepec y el mito genial de que las Zonas Económicas Especiales sacarán de la pobreza a Oaxaca. Y a falta de resultados contundentes y tangibles qué mejor que iniciar una cruzada de combate a la corrupción ajustando cuentas con el pasado inmediato, cuentas que difícilmente alcanzarán al exgobernador Gabino Cué y a su principal operador financiero, Jorge Castillo.
Si durante el pasado sexenio el pretexto de la insolvencia financiera del gobierno del estado fue un factor fundamental para semiparalizar los servicios administrativos del gobierno del estado y reducir de manera sustancial los apoyos a la educación, la obra pública y los servicios de salud, hoy se recurre al mismo expediente para justificar la ineficacia de un gabinete dividido, de bajo perfil y, en algunos casos, con escasa empatía con el jefe del ejecutivo. Y a lo anterior hay que sumar a un presidente de la república que, pese a tener a un hijo adoptivo del grupo Atlacomulco en la gubernatura, no parece dispuesto a inyectarle grandes recursos a Oaxaca para sacarla del subdesarrollo.
El recurso de la mercadotecnia y de lo más avanzado de la tecnología de la información, vía consultoras privadas y algunos medios de comunicación con cobertura nacional, ciertamente ha sido útil para disminuir el costo político (y electoral) de la atonía gubernamental. Sin embargo, los tiempos para rectificar y corregir se acortan ante la cercanía del proceso electoral del 2018.
En cuatro meses el gobernador Alejandro Murat deberá presentar su primer informe de gobierno, con un proceso electoral tanto local como federal ya en marcha. Pero, antes, tal vez ya se habría registrado otro reacomodo en su gabinete para promover a sus amigos y aliados del grupo Infonavit como candidatos a diputados locales y federales así como las cuotas para las dos senadurías. O para deshacerse de sus aliados incómodos. Y estos cambios, irremediablemente, seguirán obstruyendo la buena marcha de la administración pública.
Bajo estas circunstancias el dilema que enfrenta el gobierno en turno, y el grupo hegemónico que toma las principales decisiones, es cómo vencer la virtual parálisis gubernamental, la creciente conflictividad sociopolítica, a lo que se suma ya la inseguridad pública, y la baja “productividad” del gabinete, a fin de evitar que los problemas se desborden y que ante un escenario político-electoral adverso se tenga que replicar el modelo autoritario del Estado de México para intentar revertir los costos de un errático ejercicio del poder gubernamental.
Twitter: YescasIsidoro
Junio 26 del 2017.